martes, 8 de marzo de 2016

¿Qué es celebrar?

Celebrar es bueno!  Y siempre es bueno encontrar un motivo. Los alumnos del último año de secundaria de la ciudad celebran hoy que inician la recta final. Celebran su "último primer día de clases en la escuela". Celebran el principio del fin de una etapa. Es un buen motivo para celebrar, porque ese es un momento clave en sus vidas: momento de grandes decisiones, de nuevas oportunidades, de nuevas experiencias, de crecimiento.
El punto es, ¿cómo lo celebran? Y, en todo caso, ¿qué es celebrar? Celebrar es tener (buscar y encontrar) motivos para ser feliz, sentirse realizado, satisfecho, orgulloso por la labor/conquista/logro, esperanzado, agradecido, bendecido. Se puede celebrar en silencio, todos los días y también se puede querer compartir esa felicidad con otro, contagiarla, cantarla, bailarla...

Desafortunadamente, en nuestra sociedad, celebrar está asociado al exceso. Hacer una fiesta suele implicar comer y/o beber tan abundantemente que atentamos contra nuestra propia salud. Si gana nuestro club deportivo, debemos gritar, romper, mostrar que somos felices. Porque es eso. No importa si somos felices. Lo importante es mostrar. Y si lo hacemos en exceso pareciera que somos más felices. Podría poner cientos de ejemplos.  Pero lo cierto, hijos (porque en realidad es a ustedes que les hablo, pienso en ustedes cuando digo estas cosas), es que el exceso nos hace perder el sentido de las cosas. No duermo, grito, danzo durante horas, paralizo el tránsito, actúo desaforadamente, me comporto como no soy, como no me han enseñado... ¿soy feliz?  ¿O hago de cuenta que lo soy?  Para celebrar necesito lucidez, conciencia, conectarme con lo que siento, con aquello que me alegra, me entusiasma, me emociona.

El acontecimiento más grande de mi vida fue conocerlos y no me recuerdo saltando y gritando por los pasillos de la clínica, involucrando a  desconocidos en mi festejo, aunque juro que es probable que nunca haya sentido nuevamente felicidad tan inmensa y desbordante. Sin embargo, me quedé ahí, observando maravillada, conmovida, agradecida.
Y cada día desde aquel celebro tenerlos, escucharlos, abrazarlos, acompañarlos. Profundamente lo celebro. Y lo celebraré hasta el último día de mi vida. En eso consiste mi exceso.